Recuerdo correr sobre la hierba
hasta reventarme la espalda
con un dolor intermitente
al posar el pie derecho
la supuesta pierna buena
un tic doloroso y penetrante
que al final sirvió para despertarme.
Luego me sentaba mirando a la carretera
por donde nadie pasaba
esperando un nuevo apocalipsis
del que solo me llegaban cenizas.
Guarde mis cenizas y mis amores
y eche tierra adentro
hasta quemarme los ojos
por la blancura de la nieve.
Ya soy otro más
ya soy ninguno.